Hay una regla básica: si pones una norma cualquiera, o la sigues tú
también o el alumnado te pierde el respeto. Si no dejas comer en el aula
y tú traes un bollo todas las mañanas, dado que los chicos y chicas no suelen
contener sus opiniones, te verás en una situación "incómoda". Aunque servir de modelo es algo agotador,
viene con el trabajo.
- Sigue las
reglas
Las
reglas tienen consecuencias y las rutinas tienen recordatorios... Eso implica
que es mejor que tengamos menos reglas y más procedimientos, rutinas.
Eso sí: si establecemos una regla, debemos atenernos a ella. Normalmente, hay
dos advertencias y, posteriormente, una sanción (consecuencia) tras incumplir
una regla... Una regla no puede ser tratada como una rutina.
Los y las estudiantes, en realidad, están observando el seguimiento del
reglamento; es mejor elegir un número reducido de reglas
- Rutinas
Hay rutinas que podemos implantar en un
minuto y otras nos llevarán medio curso, o más. Las que requieren mayor esfuerzo
normalmente son dudosas o ambiguas, poco claras. Por ejemplo: imaginemos que
hemos fijado como norma de clase no levantarse del asiento. Pues hay muchas
situaciones en las que el o la estudiante va a tener que levantarse: afilar un
lápiz, salir a la pizarra, coger un pañuelo, &c. Lo importante no es si
levantarse o no de la silla está permitido, sino para qué puede levantarse del
pupitre. Sentido común...
Hemos de entrar, el primer día de clase,
siendo claros/as, y
continuar siéndolo hasta el final del curso.
- Transparencia
Sea una norma o una rutina, los alumnos y
las alumnas tienen que saber qué quiere decir exactamente, qué implica y ver
dos o tres ejemplos. Por ejemplo, si hay normas de caracter general - como ser
respetuosos y respetuosas - tendrás que dar más ejemplos aun, sin importar la
edad del alumnado.
Pide a la clase una lluvia de ideas y que expliquen con sus
palabras cada norma, aportando algún ejemplo de "cosecha propia": así
nos aseguramos de que tienen una comprensión suficiente de cada regla.
Es
muy bueno involucrar a los/as estudiantes en la toma de decisiones y
en la elaboración del reglamento, aunque requiere bastante tiempo. A menudo
estamos tentadas/os a darles, únicamente, la información, pero implicarles en
todo esto da grandes frutos.
- El
objetivo final
Normalmente, cuando los/as docentes están
hablando entre ellos/as, hablan, básicamente, de la gestión del aula, pero no
de una enseñanza eficaz: nuestro
objetivo es que los niños y las niñas aprendan y reciban la educación que
necesitan. Debemos hacer que las metas se logren. Debes evaluar si tus objetivos de aula se están cumpliendo en el sentido
más amplio y cómo progresa tu alumnado y tú misma/o, como docente.
Autora : Rebeca Alber, para Edutopía
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